sábado, 4 de enero de 2014

La Imposición del Aborto: Una ley entre ideales fascistas y dogmas religiosos

Bajo la palabra “Ley”, mucho se ha escrito, dicho y hecho a lo largo de la Historia de la Humanidad, aunque esta palabra y su interpretación no siempre ha sido lo más justa posible. Leyes Divinas y Sagradas que dictaminaban sobre el castigo e incluso asesinato de personas por sus creencias o ausencia de ellas, por su libre pensamiento, por no seguir las doctrinas religiosas que se imponían, Leyes sobre discapacitados y lisiados, los cuales eran abandonados, en algunos casos considerados como seres demoníacos, poseídos o inservibles, y en otras ocasiones se les suponía que los defectos físicos eran marcas del pecado. A lo largo de nuestra historia siempre aparece la obscura sombra de la religión, siempre actuando en nombre de algún dios. Y todavía sigue así.


Una ley debe ir enfocada al bien común, no al de unos pocos, una ley debe prohibir cuando el efecto de no ser restrictiva sea perjudicial para la sociedad o alguno de sus miembros, pero habrá momentos donde una de estas normas sea favorable a unas personas y desfavorable a otras, y es ahí, donde debe aparecer siempre la palabra Justicia. Pongamos un ejemplo. Hace poco escuché en la radio una noticia sobre una encuesta que se ha hecho entre la juventud universitaria en Estados Unidos, donde se preguntaba a los chavales que si violarían a la chica que les gusta, si el peso de la ley no cayera sobre ellos. La sorpresa fue que más del 60% de los encuestados dijo que, bajo ese supuesto, sí lo haría. En este caso, la ley no puede actuar beneficiando a la mayoría, sino amparando al débil y castigando al psicópata de turno que se le ocurra hacer alguna barbaridad de estas, al menos, en teoría, así debiera ser. Y obsérvese aquí que ‘bien común’ y ‘beneficio de la mayoría’ no son sinónimos.

Pero la ley siempre toma tintes ideológicos, y en nuestro país, cuando la derecha más rancia sale a relucir y es la que las dictamina, bajo el beneplácito y el asesoramiento religioso, siempre ligado a esta ideología, se retrocede en el tiempo a épocas sombrías de nuestra historia.


Bajo el nombre de Anteproyecto de Contrarreforma de la Ley del Aborto en el Estado Español se esconden muchísimos ideales políticos. Lo primero que conlleva es a una desigualdad social, ya que dicha ley no prohíbe el aborto a la mujer española, solo veta el aborto en territorio español. Con ello, y al igual que pretenden con la Sanidad y Educación Públicas, aquellas personas que puedan pagárselo, podrán abortar en países donde sea legal. Incluso me atrevería a pensar, y no creo que sea osado por mi parte, que existirán clínicas privadas en España donde, a coste de oro, se llevarán a cabo prácticas ilegales de aborto, por lo que, muchas veces la prohibición trae consigo negocios negros que sacarán provecho de ello.
Los sectores eclesiásticos, que de Ciencia entienden bastante (a lo largo de la Historia lo han demostrado con sus teorías sobre creacionismo, geocentrismo, planitud de la Tierra, etc.), se han pronunciado en torno a lo que consideran un aborto.

No voy a entrar a valorar las palabras que hace un tiempo pronunciara el arzobispo de Granada, Monseñor Javier Martínez, sobre el aborto, aquello de “Si la mujer aborta, el hombre puede abusar de ella”, o que “el aborto es un genocidio silencioso”, incluso aseveró esa teoría más que fundamentada, pensaría él, de que “el aborto y el divorcio son los que promueven la violencia de género”. Por su parte, otros miembros del sector eclesiástico se hicieron eco de las críticas recibidas y salieron a defenderlo, llegando a decir, incluso que “el aborto es peor que violar a un niño”. Palabras del Cardenal Antonio Cañizares. Por cierto, este personaje, Javier Martínez, ha publicado recientemente su libro ‘Cásate y sé sumisa’, así que poco más que añadir. Tampoco valoraré en este momento el tweet escrito por un tal Pedro Gutiérrez, miembro de las Nuevas Generaciones del PP que expresaba así su profundo sentimiento por la causa: “Por mí como si vuestros novios os abortan a palazos, mientras no salga de mi dinero, haced lo que queráis”. Digo que no voy a valorar estas palabras en este momento porque debería pasar al insulto, es lo único que se me viene a la cabeza, y no quiero que pierda valor mi defensa ante muchas mujeres a las que se infravalora y menosprecia con esta Imposición del Aborto.



Su convicción científica es tal que aseguran que, según enseña la Biblia, un ser en el vientre es verdaderamente humano, quien tiene incluso una relación con dios desde el momento que es engendrado. Y aquí es donde me hago una pregunta a mí mismo, porque sé que nadie me la va a responder. Hubo épocas no muy lejanas en el tiempo, y las cuales se enaltecen en demasía en los tiempos que corren, donde los niños que nacían muertos o fallecían antes de ser bautizados se enterraban en lugares “privilegiados”, ya que no podían ir a un lugar sagrado y católico. En Las Navas de la Concepción, mi pueblo, ese lugar se le conoce como El Corral de los Protestantes, un pequeño recinto cercado con una tapia, con una verja de entrada, cubierto por la maleza hoy día, abocado al olvido, junto al musgo de sus paredes, en un lateral del cementerio, donde enterraban a estos niños junto con algunas personas contrarias al régimen franquista que fueron asesinadas. Mi pregunta es ¿dónde está ahí la relación con dios de esos pequeños? Y en caso de haberla, ¿quién es el sector eclesiástico para contradecir la palabra de dios? Aunque ningún reparo deben tener para enterrar a un crío en un lugar tan funesto, teniendo en cuenta que hay miles de cadáveres de pequeños seres enterrados en las inmediaciones de muchos conventos y monasterios, de relaciones sexuales que infringen el voto de castidad, que no el deseo carnal de todo humano ¡con lo fácil que hubiera sido poner medios anticonceptivos o recurrir al aborto para que no sufriera nadie! No, pero es más ético dejar que nazca y después matarlos.

Pero la Biología nos dice otra cosa. Desde que se produce la fertilización de los gametos hasta aproximadamente la octava semana de gestación existe una fase llamada embrionaria, luego da paso al estado fetal hasta que nace el neonato, sobre las cuarenta semanas. A las 24 semanas ya es viable que sobreviva el feto fuera del útero materno, aunque se tiene constancia que un feto de 21 semanas de gestación, con 284 gramos de peso y 24,13 centímetros de altura logró sobrevivir. Pues bien, científicamente, no es posible que un embrión sobreviva si no es gracias, exclusivamente a su madre. Incluso un feto durante, prácticamente, la primera mitad de su existencia tampoco podría hacerlo. Entonces, es falso que un ser, desde el momento de la fecundación, sea independiente de la madre, ya que si ésta fallece antes de las 24 semanas de gestación (21 para los más puntillosos), el embrión o el feto no sobrevivirían.

También está el debate moral, un aspecto donde, desde mi punto de vista, la Iglesia sale peor parada que en el científico. Una institución que ha asesinado a tantas personas por ser contraria a sus doctrinas, no puede hablar de tolerancia. Una institución que ha discriminado a lisiados, inválidos y discapacitados, no puede hablar de ética. Una institución que ha permitido el robo de niños y encubre a pederastas, no puede intervenir en el dictamen de leyes, mucho menos en las que atañen al ámbito infantil. Una institución que ha infravalorado (y sigue haciéndolo a día de hoy) a la mujer, no merece ser escuchada en temas políticos, mucho menos en aquellos tan relacionados con el género femenino. Y la pena es que las nuevas leyes sobre el aborto las impone el fascismo instaurado en España desde hace más de 80 años, pero las dictamina uno de los sectores doctrinales más homicidas de la historia de la humanidad.


La moral ante un aborto queda supeditada a muchos factores. No solo el factor biológico, por poder considerar al embrión como un ser con vida, o el factor maternal, de llamar desalmada a una mujer que no desea tener a un hijo. Existen muchos aspectos psicológicos, físicos y sociales que la determinan y es la madre la que debe tener la última palabra. Ella es la que lo llevará nueve meses en su vientre y la que sufrirá las consecuencias del parto y tiene el derecho de decidir sobre su cuerpo y sobre su futuro después del alumbramiento. Las situaciones son múltiples. Una mujer que es violada no tiene porqué vivir toda su vida atada a un acto que, psicológicamente, la marcará de por vida. Si un feto tiene malformaciones o anomalías con las cuales no sobrevivirá al parto o sus condiciones de vida serán muy limitadas, los padres deben ser los que decidan sobre la posibilidad de abortar, y siempre la madre debe ser la que tome la decisión final. 

No debe haber leyes restrictivas con las que se obligue a tener un hijo en unas condiciones que no sean adecuadas, y desde luego, tampoco deberían impedirte el hacerlo. No se trata sobre el derecho a la vida, sino sobre el derecho a la calidad de vida. Yo estoy a favor del aborto, siempre y cuando sea un proceso controlado por unas leyes justas y sensatas que vayan acordes con los derechos de una mujer para decidir sobre su cuerpo y su vida, aunque también controlen que un feto de siete meses en óptimas condiciones pueda ver la luz, porque eso también sería un derecho humano. Lo que no entiendo es el afán por el que se aferran a que nazca un bebé con malformaciones. En cierto modo, lo catalogo como la eutanasia, ya que el derecho a una vida con ciertas condiciones de calidad es algo que, si se desea así, debería tener amparo político.

En cuanto al tema social, también hay razones por las que una madre sienta miedo a tener un hijo. Los continuos recortes sociales y económicos no aseguran que una persona con discapacidad pueda subsistir por sí sola. Los miedos y temores de una familia a que su hijo quede desamparado cuando ellos les falten es otro condicionante de peso a la hora de decidir tener a un hijo de características especiales.

Tener un hijo es lo más grande que le puede ocurrir a una persona, pero siempre un padre y una madre luchan por que sus hijos tengan lo mejor. Si la calidad de vida de un crío no va a ser la adecuada, si una mujer ha sufrido una violación y queda embarazada, contraria a su deseo (que ya bastante ha tenido con sufrir los actos de un desequilibrado mental), o si se piensa que no es el momento de tener un bebé porque las condiciones socioeconómicas no lo permitan, la ley no debería poner impedimento a una mujer a provocar un aborto. No creo que abortar tras la primera falta del período, ni mucho menos tomar la píldora del día después, sean actos homicidas. Tampoco lo creo así en el caso de que, al cuarto mes de embarazo, un médico le comunique a la madre que su hijo trae una patología cardíaca y fallecerá tras el parto o que su hija padece una enfermedad congénita y tendría que vivir toda su vida, que seguramente será corta, con una tetraplejia o una discapacidad severa.

Desde luego que si alguna mujer, en alguno de los casos anteriormente descritos, deseara tenerlo, su derecho debiera tener. Por ejemplo, una madre que tras muchos años sin poder quedar embarazada, y al fin pudo hacerlo, le comunican la fatal noticia. Es su última oportunidad de tener un hijo y decide que nazca, con todas las consecuencias.

Cada uno, según sus creencias, ideologías o pensamientos, podría ver el egoísmo de una mujer en alguno de los dos casos, pero siempre debemos pensar que cada cual ve la vida de una manera y debe ser libre para elegir, porque, quién dice que no, ambas mujeres podrían estar pensando en sí misma y su bien particular, pero también en el futuro ser y en la vida que podría tener si naciera, una de ellas piensa que será una oportunidad de nacer y la otra evitarle sufrimiento, rechazo y futuro incierto cuando le falte ella. Y con este anteproyecto de contrarreforma de la ley del aborto que nos imponen solo se permite a una de las madres cumplir su deseo, sin esta ley de injusticia ambas podían llevarlo a cabo.

2 comentarios:

  1. Efectivamente, no podría analizarse mejor ni desde perspectivas más variadas. Creo que en este país algunos siguen teniendo la insana manía de querer imponer sus creencias por la fuerza (esta ley es un ejemplo inmejorable de ello).

    La mujer que sea católica y crea que no debe abortar por motivos de conciencia, no está obligada a hacerlo, ni tampoco a decirle a una mujer (católica o no, da igual) que abortar es un asesinato.

    Que se exija por ley que la madre decida sin coacción de su familia o su pareja, bien informada sobre las consecuencias físicas o psicológicas que pudieran derivarse del aborto en el futuro, me parece estupendo y necesario, pero que finalmente sea LA MUJER la que, como muy bien dices tú, decida sobre su cuerpo y el resto de su vida. ¿Desde cuando un Gobierno (corrupto y deslegitimado, para mas inri) legisla para restringir los derechos fundamentales de sus ciudadanos? Cuando parece que no pueden empeorarlo más, nos sorprenden con un anteproyecto como éste.

    Una argumentación sin lagunas, mis más sinceras felicitaciones.

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  2. Et deixo el meu blog per si vols criticar gracies
    https://anna-historias.blogspot.com.es/2015/09/estoy-listo_13.html?m=1

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