Decían los antiguos flamencos que para cantar con
sentimiento había que haber “pasao fatigas”… Frases míticas dentro del cante
jondo quedaron en torno a este padecer como la de Manolito de María que decía:
“canto porque me acuerdo de lo que he vivido” o esta otra de Tía Anica la
Periñaca: “Cuando canto a gusto me sabe la boca a sangre”.
Conocí a José Antonio Escribano Carballido, el hijo de “La
Garrancha”, un verano en el que uno de sus hijos, Evaristo, nos presentó. Su
hijo y yo habíamos echado más de un cante y más de una charla flamenca en
aquellas maravillosas noches de verano a finales de los 90.