El mes de agosto nos ha
traído noches de estrellas fugaces, de lluvias de meteoros, de Perseidas… y
ciertamente es un placer contemplar el cielo, en noches claras y despejadas, lo
más alejado posible de cualquier foco de contaminación lumínica. Relajación y
belleza, sensación de bienestar y magia, oscuridad y luz, el simple hecho de
contemplar o incluso adivinar constelaciones y figuras imaginarias que se forman
en la inmensidad del cosmos.