domingo, 5 de mayo de 2013

Dilemas, opciones, preguntas y esa absurda obsesión humana ante el deber de elegir

En ese justo momento donde el qué, el cuándo y el cómo no tienen importancia; donde el cuánto no se puede medir; donde el por qué no lo encuentro…

En ese preciso instante donde el cielo, en la noche, se torna de un negro vacío, infinito, y a lo lejos se divisan millones de estrellas que brillan, pero pocas son las que iluminan. Donde un lucero puede ser tu amanecer y tu apogeo, donde alguna perseida errante, especie de locura incontrolada, podría guiarte hacia un abismo celestial.


En ese marcado lugar donde el caminante tiene que decidir la senda a tomar en un cruce inesperado. Dos caminos que le llevarían a mundos totalmente opuestos.

En ese determinado lapso donde el poeta se debate entre describir un hecho o imaginar una utopía, donde luchan la realidad y un sueño.

En ese halo atmosférico donde el viento pretende seguir impasible su vuelo huracanado, su pasión salvaje sobre su propia naturaleza o quizás detenerse a contemplar la belleza de las montañas y acariciar con una leve brisa las flores para rodearse de su fragancia.

En ese incierto espacio donde el océano puede bajar su marea y ofrecer sus aguas más cristalinas para descubrirse y mostrar lo que esconde en su interior o bien podría aparecer en pleamar y revuelto, con aguas turbias, para así guardar sus secretos más profundos.

En ese pequeño rincón donde juega un niño al caer la tarde y debe discernir entre regresar a casa de inmediato al reclamo de su madre o desobedecerla para acabar la última partida con sus amigos.

En ese mismo punto donde el sabio se desnuda ante la inocencia más irracional, donde los consejos que el tiempo ha sabido pulir son estériles en nuestro incomprensible raciocinio, donde soñar y vivir son almas gemelas de una misma pasión.

Ahí, donde miles de interrogantes no tienen respuesta; donde la nada es tu universo; donde la bifurcación de caminos te reta a decidir, en un soplo de tiempo, lo que será todo tu futuro; donde no encuentras palabras para expresar sentimientos contrapuestos; donde el hecho de pensar la dirección que debes tomar te crea un estado de incertidumbre; donde necesitas saber si debes hablar claro o callar para siempre; donde no saber elegir entre actuar como un adulto o ser niño eternamente; donde tu inteligencia más abstracta no llega a entender lo que precisa tu corazón…

Ahí me hallo, y no sé qué es lo que me pasa, pero lo veo como un lugar maravilloso que te mantiene en tensión y te hace vivir y es ahí, precisamente, donde quiero estar.

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