En ese preciso instante
donde el cielo, en la noche, se torna de un negro vacío, infinito, y a lo lejos
se divisan millones de estrellas que brillan, pero pocas son las que iluminan.
Donde un lucero puede ser tu amanecer y tu apogeo, donde alguna perseida errante,
especie de locura incontrolada, podría guiarte hacia un abismo celestial.
En ese marcado lugar
donde el caminante tiene que decidir la senda a tomar en un cruce inesperado.
Dos caminos que le llevarían a mundos totalmente opuestos.
En ese determinado lapso
donde el poeta se debate entre describir un hecho o imaginar una utopía, donde
luchan la realidad y un sueño.
En ese halo atmosférico
donde el viento pretende seguir impasible su vuelo huracanado, su pasión
salvaje sobre su propia naturaleza o quizás detenerse a contemplar la belleza
de las montañas y acariciar con una leve brisa las flores para rodearse de su
fragancia.
En ese incierto espacio
donde el océano puede bajar su marea y ofrecer sus aguas más cristalinas para
descubrirse y mostrar lo que esconde en su interior o bien podría aparecer en pleamar
y revuelto, con aguas turbias, para así guardar sus secretos más profundos.
En ese pequeño rincón
donde juega un niño al caer la tarde y debe discernir entre regresar a casa de
inmediato al reclamo de su madre o desobedecerla para acabar la última partida
con sus amigos.
En ese mismo punto donde
el sabio se desnuda ante la inocencia más irracional, donde los consejos que el
tiempo ha sabido pulir son estériles en nuestro incomprensible raciocinio,
donde soñar y vivir son almas gemelas de una misma pasión.
Ahí, donde miles de
interrogantes no tienen respuesta; donde la nada es tu universo; donde la
bifurcación de caminos te reta a decidir, en un soplo de tiempo, lo que será
todo tu futuro; donde no encuentras palabras para expresar sentimientos contrapuestos;
donde el hecho de pensar la dirección que debes tomar te crea un estado de
incertidumbre; donde necesitas saber si debes hablar claro o callar para
siempre; donde no saber elegir entre actuar como un adulto o ser niño
eternamente; donde tu inteligencia más abstracta no llega a entender lo que
precisa tu corazón…
Ahí me hallo, y no sé qué es
lo que me pasa, pero lo veo como un lugar maravilloso que te mantiene en
tensión y te hace vivir y es ahí, precisamente, donde quiero estar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario