lunes, 30 de abril de 2012

Señores Raúl González Blanco y Josep Guardiola i Sala, gracias


A parte de mis colores, sevillistas 100%, soy un amante del fútbol. Intento ser objetivo, al menos conmigo mismo, cuando veo a un genial jugador o a un gran portero, incluso a un brillante entrenador. Sus colores pueden afectar en algo a mi perspectiva, sí, pero como digo, intento ser objetivo. No soy un experto en fútbol, como los son algunos periodistas de hoy día, pero tampoco me ciego como ellos para no ver lo que es, a todas luces, evidente.

A estos dos señores del fútbol los llegué a ver juntos en la Selección y, en cierto modo, no me importaría volver a verlos…

El señor Raúl González Blanco, el auténtico “7”, para mí, del Real Madrid y de “La Roja”, es de esos jugadores especiales, distintos, únicos. Es un líder. Recuerdo una edición del programa de Canal +, “El día después” donde analizaron a varios jugadores españoles muy jóvenes por aquel entonces, que vendrían a ser el futuro de la selección y, entre ellos, estaba Raúl. Pareció que era el menos dotado técnicamente, el que menos condiciones físicas tenía, pero poseía dos cualidades fundamentales: gol y liderazgo. Nadie como él, que yo haya visto, ha tenido la cualidad de estar siempre en el sitio justo para marcar el gol, sirva de ejemplo el último que marcó con la camiseta del Schalke 04.

Pero un gran jugador, un jugador de época, un crack también debe tener algo más y Raúl lo tenía (o mejor dicho, lo tiene todavía). Su jugada más especial es esa “cuchara” que alcanza una altura insospechada, imprevisible en cada una que realiza y acaba describiendo una parábola suave y majestuosa; el final ya lo saben, gol de Raúl, otro, y son más de 400 en su carrera. Jugadas míticas también se le recuerdan, entre ellas una contra el Atlético de Madrid en la que le hizo un traje a López y otra en la Copa Intercontinental del año 1998, doble amago y gol. Hay muchas más…

Y hay otro aspecto, no menos importante que caracteriza a Raúl: es de los pocos jugadores, de los grandes aún menos, que está los 90 minutos presionando y corriendo. Digno de admirar.
 Los dos momentos más duros en su carrera profesional han sido su salida de la Selección, con la cual en su día estuve de acuerdo, aunque luego haya hecho méritos para volver, incluso para la Eurocopa 2012; y su salida del Real Madrid, en la que, entre otros, su presidente, ese ser superior que algunos ven, pero yo en lo único que lo veo superior es en el poder adquisitivo que posee y en su capacidad para lavar cerebros, lo dejaron ir o más bien lo obligaron a ello sin, ni siquiera, un homenaje a la altura del mejor jugador del club, al menos de la era moderna. El madridismo lo quiere, y la demás afición también, en Alemania sí han sabido valorarlo, gran homenaje y retirada de la camiseta con el “7”, su “7”, el eterno “7”.

En el plano personal lo considero también una gran persona. Creo que no llegó a las 20 tarjetas amarillas en toda la etapa madridista, donde estuvo dos años y medio sin recibir ninguna y, fuera de los terrenos de juego, un caballero, embajador de multitud de campañas para niños desfavorecidos, contra enfermedades…, su vida privada es solo eso, privada y el respeto que siempre tuvo a todo compañero de profesión, árbitros incluidos, lo hacen uno de los grandes.

Mereció algún “Balón de Oro”, sobre todo viendo los galardonados en algunos de los años en los que Raúl se salió como jugador. No es importante ese dato, él no aparecerá en esa estadística, pero su nombre y su número, un número a una espalda pegado, serán mitos del fútbol español y mundial. Uno de mis ídolos.

El señor Josep Guardiola i Sala fue un excelente jugador de fútbol, excelencia pura del pase en profundidad, centrocampista práctico, exquisito, muy buen toque de balón, un estratega en potencia, era la prolongación en el campo del entrenador, ya fuese en el FC Barcelona o en la Selección, otro líder dentro del campo. Ya apuntaba maneras de buen entrenador…

Desde que era un crío he visto a grandes equipos jugar. Cronológicamente, los que se me han quedado en la memoria han sido el de la Quinta del Buitre, donde el Real Madrid se abastecía de la cantera: Butragueño, Martín Vázquez, Michel, Sanchís, Chendo, también jugaba Hugo Sánchez…; el Milán de Sacchi, donde jugaba Van Basten, mi ídolo de la infancia, junto a Baresi, Maldini, Costacurta, Rijkaard, Gullit; la selección holandesa de finales de los 80, principios de los 90, con el trío de holandeses que jugaban en el Milán entrenados por Rinus Michels… me sabía esa alineación de memoria: Van Breuquelen, Van Tigelen, Ronald Koeman, Van Aerle, Vanenburg, Erwin Koeman, Gullit, Rijkaard, Rod Wischge, Wouters y Van Basten, y ya se vislumbraban Roy y sobre todo Bergckamp; el Dream Team de Cruyff, donde jugó el propio Guardiola junto a Koeman, Stoitchkov, Laudrup, Sergi, Ferrer, Bakero, Romario…; el Madrid de los galácticos o, como a mí me gusta llamarlo, el Madrid de Del Bosque, con Casillas, Roberto Carlos, Zidane, Ronaldo, Figo... y Raúl, el capitán; el Barcelona de Rijkaard, con Ronaldinho, Deco, Eto’o, Xavi (eterno), Henry, Iniesta, los inicios de Messi; el Sevilla FC de los 5 títulos, donde el equipo de mi vida se codeó durante quince meses con los mejores, llegó a ser el mejor equipo del mundo dos años consecutivos (algo inédito hasta entonces) y le disputó una liga a Madrid y Barça; la Selección Española de la Eurocopa (o de Luis Aragonés) y del Mundial (o de Del Bosque, otra vez); y a parte otros equipos los cuales también tuvieron su momento de gloria: Manchester United, el Milán que resurge una y otra vez (equipo más laureado de los últimos 30 años), Liverpool, Borussia Dormund, Bayern Munich, Juventus…

De todos ellos, los que a mi parecer han marcado una época, no solo por sus éxitos, si no por que los define un estilo innovador, más perfeccionado, de juego vistoso, por marcar un antes y un después en la historia del fútbol, son el Milán de Sacchi y el Barcelona de Cruyff.

Pero llegó Guardiola al banquillo del Barcelona y volvió a rescribir la historia.

No voy a buscar defectos a otros equipos para enaltecer al equipo de Guardiola, no hace falta. Ese equipo, que ya es histórico, es el equipo del juego de toque preciso, de la posesión de juego, del gol. Es el equipo donde el mejor jugador del mundo (todavía es temprano para saber si será el mejor de la historia) es el primer defensa y el portero el primer atacante. Donde los defensas y el portero sacan la pelota jugada, a ras de suelo, donde los laterales son carrileros que defienden y atacan, donde los centrocampistas son tan especialistas del tiralíneas como de la presión posicional, donde los delanteros saben jugar lejos del área, incluso donde se demuestra que jugando sin delanteros, solo un falso nueve, ni defensas natos es posible componer una sinfonía deportiva digna de enaltecer al grado de obra de arte. Es más que la perfección de un modelo, es el culmen de una escuela de fútbol ofensivo y de toque a la vez que nació, quizás en la Naranja Mecánica, la Holanda del Cruyff jugador, el fútbol total.

Todo esto ha sido posible gracias al pensamiento idealista de Pep Guardiola ya que, esas ideas de loco solo se pueden llevar a cabo si crees fervientemente en ello, si lo has visualizado en tu cabeza, en tus sueños y piensas que es posible realizarlo. Evidentemente, se necesitan jugadores capaces de tocar el balón como en esos sueños y Pep ha tenido suerte. Valdés, Puyol, Piqué, Alves, Abidal, Xavi, Busquets, Iniesta, Messi…

Para mí, es el fútbol más bello que jamás he visto.

Pero todo en esta vida tiene algún fallo, nada es perfecto, y Pep no ha encontrado al delantero ideal. Él quería alguien que se adaptara al juego y que además fuese un ejemplo y eso nunca llegó a encotrarlo. ¿Hubiese sido Raúl ese delantero? Nunca lo sabremos porque, entre otras cosas, son fenómenos contrapuestos Raúl y Barça.

En el plano personal, Guardiola y Raúl comparten muchos aspectos, aparte de su amistad: respeto, caballerosidad, personalidad, privacidad de su vida ajena al fútbol… es otro líder, otro mito y desde ya, otro de mis ídolos. Criticado por esos periodistas a los que me refería al principio de este artículo por considerarlo un hipócrita, y aunque creo que Guardiola se ha mordido la lengua en más de una ocasión, es preferible eso a salir como caballo desbocado insultando y criticando a todo lo que no le sea favorable.

Sé que nunca entrenará al Sevilla FC, pero sí me gustaría que algún día entrenase a la Selección. Primero, para ver la opinión de esos periodistas que ahora lo critican (y comprobar quién es el verdadero hipócrita) y lo segundo, y más importante, para ilusionarme con mi segundo equipo, La Roja, y poder disfrutar de nuevo de un fútbol ideal, el fútbol que existe en la cabeza de Pep Guardiola.

A estos dos señores del fútbol los llegué a ver juntos en la Selección y, en cierto modo, no me importaría volver a verlos… entrenando juntos o, por qué no, uno entrenando y otro jugando, todavía no es tarde.



No hay comentarios:

Publicar un comentario