A parte de mis colores,
sevillistas 100%, soy un amante del fútbol. Intento ser objetivo, al menos
conmigo mismo, cuando veo a un genial jugador o a un gran portero, incluso a un
brillante entrenador. Sus colores pueden afectar en algo a mi perspectiva, sí, pero
como digo, intento ser objetivo. No soy un experto en fútbol, como los son algunos
periodistas de hoy día, pero tampoco me ciego como ellos para no ver lo que es,
a todas luces, evidente.
A estos dos señores del fútbol los llegué a ver juntos en la
Selección y, en cierto modo, no me importaría volver a verlos…
El señor Raúl González Blanco, el
auténtico “7”, para mí, del Real Madrid y de “La Roja”, es de esos jugadores
especiales, distintos, únicos. Es un líder. Recuerdo una edición del programa
de Canal +, “El día después” donde analizaron a varios jugadores españoles muy
jóvenes por aquel entonces, que vendrían a ser el futuro de la selección y,
entre ellos, estaba Raúl. Pareció que era el menos dotado técnicamente, el que
menos condiciones físicas tenía, pero poseía dos cualidades fundamentales: gol
y liderazgo. Nadie como él, que yo haya visto, ha tenido la cualidad de estar
siempre en el sitio justo para marcar el gol, sirva de ejemplo el último que
marcó con la camiseta del Schalke 04.
Pero un gran jugador, un jugador
de época, un crack también debe tener algo más y Raúl lo tenía (o mejor dicho,
lo tiene todavía). Su jugada más especial es esa “cuchara” que alcanza una
altura insospechada, imprevisible en cada una que realiza y acaba describiendo
una parábola suave y majestuosa; el final ya lo saben, gol de Raúl, otro, y son
más de 400 en su carrera. Jugadas míticas también se le recuerdan, entre ellas
una contra el Atlético de Madrid en la que le hizo un traje a López y otra en
la Copa Intercontinental del año 1998, doble amago y gol. Hay muchas más…
Y hay otro aspecto, no menos
importante que caracteriza a Raúl: es de los pocos jugadores, de los grandes
aún menos, que está los 90 minutos presionando y corriendo. Digno de admirar.
Los dos momentos más duros en su carrera
profesional han sido su salida de la Selección, con la cual en su día estuve de
acuerdo, aunque luego haya hecho méritos para volver, incluso para la Eurocopa
2012; y su salida del Real Madrid, en la que, entre otros, su presidente, ese
ser superior que algunos ven, pero yo en lo único que lo veo superior es en el
poder adquisitivo que posee y en su capacidad para lavar cerebros, lo dejaron
ir o más bien lo obligaron a ello sin, ni siquiera, un homenaje a la altura del
mejor jugador del club, al menos de la era moderna. El madridismo lo quiere, y
la demás afición también, en Alemania sí han sabido valorarlo, gran homenaje y
retirada de la camiseta con el “7”, su “7”, el eterno “7”.
En el plano personal lo considero
también una gran persona. Creo que no llegó a las 20 tarjetas amarillas en toda
la etapa madridista, donde estuvo dos años y medio sin recibir ninguna y, fuera
de los terrenos de juego, un caballero, embajador de multitud de campañas para
niños desfavorecidos, contra enfermedades…, su vida privada es solo eso,
privada y el respeto que siempre tuvo a todo compañero de profesión, árbitros
incluidos, lo hacen uno de los grandes.
Mereció algún “Balón de Oro”,
sobre todo viendo los galardonados en algunos de los años en los que Raúl se
salió como jugador. No es importante ese dato, él no aparecerá en esa
estadística, pero su nombre y su número, un número a una espalda pegado, serán
mitos del fútbol español y mundial. Uno de mis ídolos.
El señor Josep Guardiola i Sala
fue un excelente jugador de fútbol, excelencia pura del pase en profundidad,
centrocampista práctico, exquisito, muy buen toque de balón, un estratega en
potencia, era la prolongación en el campo del entrenador, ya fuese en el FC
Barcelona o en la Selección, otro líder dentro del campo. Ya apuntaba maneras
de buen entrenador…
Desde que era un crío he visto a
grandes equipos jugar. Cronológicamente, los que se me han quedado en la
memoria han sido el de la Quinta del Buitre, donde el Real Madrid se abastecía
de la cantera: Butragueño, Martín Vázquez, Michel, Sanchís, Chendo, también
jugaba Hugo Sánchez…; el Milán de Sacchi, donde jugaba Van Basten, mi ídolo de
la infancia, junto a Baresi, Maldini, Costacurta, Rijkaard, Gullit; la
selección holandesa de finales de los 80, principios de los 90, con el trío de
holandeses que jugaban en el Milán entrenados por Rinus Michels… me sabía esa
alineación de memoria: Van Breuquelen, Van Tigelen, Ronald Koeman, Van Aerle,
Vanenburg, Erwin Koeman, Gullit, Rijkaard, Rod Wischge, Wouters y Van Basten, y
ya se vislumbraban Roy y sobre todo Bergckamp; el Dream Team de Cruyff, donde
jugó el propio Guardiola junto a Koeman, Stoitchkov, Laudrup, Sergi, Ferrer,
Bakero, Romario…; el Madrid de los galácticos o, como a mí me gusta llamarlo,
el Madrid de Del Bosque, con Casillas, Roberto Carlos, Zidane, Ronaldo, Figo...
y Raúl, el capitán; el Barcelona de Rijkaard, con Ronaldinho, Deco, Eto’o, Xavi
(eterno), Henry, Iniesta, los inicios de Messi; el Sevilla FC de los 5 títulos,
donde el equipo de mi vida se codeó durante quince meses con los mejores, llegó
a ser el mejor equipo del mundo dos años consecutivos (algo inédito hasta
entonces) y le disputó una liga a Madrid y Barça; la Selección Española de la
Eurocopa (o de Luis Aragonés) y del Mundial (o de Del Bosque, otra vez); y a
parte otros equipos los cuales también tuvieron su momento de gloria:
Manchester United, el Milán que resurge una y otra vez (equipo más laureado de
los últimos 30 años), Liverpool, Borussia Dormund, Bayern Munich, Juventus…
De todos ellos, los que a mi
parecer han marcado una época, no solo por sus éxitos, si no por que los define
un estilo innovador, más perfeccionado, de juego vistoso, por marcar un antes y
un después en la historia del fútbol, son el Milán de Sacchi y el Barcelona de
Cruyff.
Pero llegó Guardiola al banquillo
del Barcelona y volvió a rescribir la historia.
No voy a buscar defectos a otros
equipos para enaltecer al equipo de Guardiola, no hace falta. Ese equipo, que
ya es histórico, es el equipo del juego de toque preciso, de la posesión de
juego, del gol. Es el equipo donde el mejor jugador del mundo (todavía es
temprano para saber si será el mejor de la historia) es el primer defensa y el
portero el primer atacante. Donde los defensas y el portero sacan la pelota
jugada, a ras de suelo, donde los laterales son carrileros que defienden y
atacan, donde los centrocampistas son tan especialistas del tiralíneas como de
la presión posicional, donde los delanteros saben jugar lejos del área, incluso
donde se demuestra que jugando sin delanteros, solo un falso nueve, ni defensas
natos es posible componer una sinfonía deportiva digna de enaltecer al grado de
obra de arte. Es más que la perfección de un modelo, es el culmen de una
escuela de fútbol ofensivo y de toque a la vez que nació, quizás en la Naranja
Mecánica, la Holanda del Cruyff jugador, el fútbol total.
Todo esto ha sido posible gracias
al pensamiento idealista de Pep Guardiola ya que, esas ideas de loco solo se
pueden llevar a cabo si crees fervientemente en ello, si lo has visualizado en
tu cabeza, en tus sueños y piensas que es posible realizarlo. Evidentemente, se
necesitan jugadores capaces de tocar el balón como en esos sueños y Pep ha
tenido suerte. Valdés, Puyol, Piqué, Alves, Abidal, Xavi, Busquets, Iniesta,
Messi…
Para mí, es el fútbol más bello
que jamás he visto.
Pero todo en esta vida tiene
algún fallo, nada es perfecto, y Pep no ha encontrado al delantero ideal. Él
quería alguien que se adaptara al juego y que además fuese un ejemplo y eso
nunca llegó a encotrarlo. ¿Hubiese sido Raúl ese delantero? Nunca lo sabremos porque,
entre otras cosas, son fenómenos contrapuestos Raúl y Barça.
En el plano personal, Guardiola y
Raúl comparten muchos aspectos, aparte de su amistad: respeto, caballerosidad,
personalidad, privacidad de su vida ajena al fútbol… es otro líder, otro mito y
desde ya, otro de mis ídolos. Criticado por esos periodistas a los que me
refería al principio de este artículo por considerarlo un hipócrita, y aunque creo
que Guardiola se ha mordido la lengua en más de una ocasión, es preferible eso
a salir como caballo desbocado insultando y criticando a todo lo que no le sea
favorable.
Sé que nunca entrenará al Sevilla
FC, pero sí me gustaría que algún día entrenase a la Selección. Primero, para
ver la opinión de esos periodistas que ahora lo critican (y comprobar quién es
el verdadero hipócrita) y lo segundo, y más importante, para ilusionarme con mi
segundo equipo, La Roja, y poder disfrutar de nuevo de un fútbol ideal, el
fútbol que existe en la cabeza de Pep Guardiola.
A estos dos señores del fútbol los llegué a ver juntos en la
Selección y, en cierto modo, no me importaría volver a verlos… entrenando
juntos o, por qué no, uno entrenando y otro jugando, todavía no es tarde.
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