sábado, 31 de marzo de 2012

Historias Quijotescas

En los albores del S.XVII el magnífico escritor Miguel de Cervantes regaló a la humanidad las hazañas de un hidalgo caballero, Don Quijote, y su fiel escudero, Sancho Panza. Historias entre lo real y lo ficticio, de las cuales una de ellas ha trascendido por encima de todas, la de su lucha contra unos molinos de viento donde él creía ver gigantes que le atacaban.


¿Eran reales esos gigantes? ¿Era un loco Don Quijote? Yo lo veo más como un soñador que fue capaz de transmitir su ideal. Y a Sancho, el ser supuestamente cuerdo, que al final acaba por comprender las visiones de su señor. Reales o no, esas eran sus ideas, aunque al final, cansado de luchar a contracorriente, claudica y muere.


Esta visión personal refleja mi idea sobre otros aspectos de la propia vida. No sé si es la perspectiva acertada de esa magistral novela, pero la interpreto así; no es para mí un loco ese caballero manchego, si no alguien que luchare contra todo aquello que en su contra fuere.

Y yo me considero un Quijote modernista que luchará contra gigantes si hace falta, si eso es lo que percibo que tengo en frente mía, de mis derechos y de mis libertades.

Hubo una época, ya en el último cuarto del S.XX, donde muchos Quijotes debieron luchar contra un gigante, tan colosal como maldito, llamado dictadura. Lucharon, perecieron algunos, pero aquello fue una victoria de los ilusos, de los soñadores, aquellos que visionaban una España llena de oportunidades, rebosante de igualdad, un país radiante de belleza y, en definitiva, libre. Su arma más potente llevaba por nombre el de Huelga General. Y hay quien aún los llama radicales… quizás porque todavía recordaban que, cuarenta años atrás, sus antepasados perdieron la Guerra Civil y que esa victoria suya era solo el empate a la primera contienda. Cuarenta años después se comprueba que era cierto, que solo se había igualado la balanza, que aún quedaba un residuo franquista en este país, tan gigantesco que es capaz de llegar al poder una y otra vez. Pero los Quijotes modernistas seguimos utilizando la misma arma para intentar  frenar la opresión, la Huelga General. Y, cómo no, éstos siguen con su mismo discurso y nos tildan de radicales.

La tierra soñada por los hidalgos de la época de la transición llegó a existir. Ya existió durante la II República, esas oportunidades, esa libertad, con algunas diferencias, obviamente, a esta más moderna, pero adaptadas a esa época. Pero los ciclos se repiten y parece que la situación actual se asemeja más a la del año 1936, por la imposición, por el despotismo, por el ninguneo, y yo solo espero que la siguiente generación no tenga que luchar en una situación similar a la de finales de los 70 porque sería señal de que hemos perdido la tercera batalla.

Hay quien solo ve molinos en este asunto, pero muchos de los que conocemos las calamidades que tuvieron que soportar nuestras anteriores generaciones, seguimos creyendo que en frente tenemos gigantes que nos atacan, que vulneran nuestros derechos, que solo persiguen acabar con nuestra libertad, incluida la libertad de expresión, por ello hemos decidido luchar…

Y, llámenme loco, pero yo prefiero luchar contra gigantes a tener que comulgar con ruedas de molino.

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