"Lanza de brazo fuerte"
(siempre he tenido esta absurda afición de "traducir" los nombres
ingleses) siempre fue una persona ‘non grata’ para mí. Como defensor a ultranza
del producto español, no podría soportar que ningún deportista extranjero
superara a algún compatriota, mucho menos tratándose de Miguel Indurain, cuyas
tardes de gloria me hicieron amenizar las calurosas siestas de julio allá por
los años 90. Puede que la testosterona u otra hormona de igual calibre me
hicieran pensar así en torno a esa pasión por el género nacional... todo eso se
suavizó con el tiempo ¡menos mal! Pero Armstrong, era un enemigo al que temer y
mucho más por tratarse de un yankee, ¡es que no los soporto! Eso sigue igual o
peor, y razones creo que no me faltan.
Aunque debo reconocer que su historia era
ideal, de película; había superado un cáncer y podría ser un referente para
muchas personas, un motivo o una ilusión por intentar superarse a sí mismo y
ganarle la batalla al puto cáncer. Se convirtió en mito, poco a poco fui asimilando que superaría al gran
Miguelón, pero siempre pensé que lo que había ganado en la carretera podría
perderlo en los despachos. Y lo esperaba, quería que ocurriera, que se
desmontara el mito, que los americanos no quedaran por encima siempre.
Quizás ahora se podría pensar que me
alegro, pero no sé si es así del todo.
En mi época de estudiante leí algo sobre
la Fundación Lance Armstrong y poco a poco comencé a cambiar mi forma de pensar
en torno a este personaje; no cambiaba mi idea de su nacionalidad
estadounidense, pero esa fundación luchaba por algo que debía estar por encima
de mi odio a todo lo que oliera a Norteamérica (salvo por Canadá y México). Fui
de los que llevé puesta, durante años, una pulsera amarilla de ‘livestrong’ que
me regalaron y ello me enorgullecía. No me hacía mucha gracia el “Quién”, pero
sí el “Por qué”.
Pero ahora resulta que la historia del
mito se derrumba, que la ‘lanza de brazo fuerte’ se hace débil, se hace humano,
porque errar es una característica humana, no lo olvidemos. Se había dopado y
eso es ilegal, debe perder todos sus records, todas sus medallas y todas sus
victorias. Es cierto que fue el más rápido en la carretera, igual que otro caso
que me fastidió bastante (otra vez por tema de nacionalidad), cuando
descalificaron al canadiense Ben Johnson, que batió el record del mundo en la
final de 100 metros lisos en los Juegos Olímpicos de Seúl 88 y venció al
estadounidense Carl Lewis, pero se hicieron trampas en ambos casos, el dopaje
es trampa, y deben pagar su sanción. Lo primero, desposeerlos de sus méritos
deportivos, lo siguiente…
… lo siguiente todo lo que le está
pasando, pérdida de contratos, de beneficios, de sponsors, críticas de todas
las instituciones habidas y por haber, aunque escribo estas líneas, para, por
primera vez, defender a Lance Armstrong. ¿Es posible que pueda defenderlo en un
momento así? Nadie tiene por qué darme la razón, seguramente no la lleve, pero
cuando era un mito no lo aceptaba como tal, y ahora que está defenestrado
tampoco creo que haya que crucificarlo de la manera que se está haciendo.
Al infringir las leyes del dopaje se pasa
a ser un jugador antideportivo, llamémosle así, y se hace mucho daño al deporte
porque hay muchos otros deportistas que juegan limpio y se mancilla su nombre o
el nombre del deporte que practican. Una de las frases de Armstrong es que “sin
doparse es imposible ganar siete tours”, aunque doparse tampoco te asegura que
los puedas ganar. Se hace daño al deporte y también a sí mismo quien se dopa,
es cierto. Y por supuesto, dañas a los tuyos. En el caso de Armstrong, sus
hijos salen muy perjudicados por miles de razones.
Las críticas que le llegan de multitud de
deportistas las acepto, vale, pero nadie está libre de nada, aunque todo el
mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Pero con otras
instituciones no voy a tener el mismo rasero de medir y por ello, aquí va mi
defensa hacia este personaje que tantas malas tardes de ciclismo me dio
(reconocía que el tío era máquina, pero me fastidiaba).
Nike rompe el contrato que tenía con él y
Lance pierde millonadas de dinero, pero ¿Devolverá Nike el dinero que ganó a su
costa? Yo te respondo a eso: ¡NO! Por cierto, Nike es una de esas empresas que
ejerce la explotación infantil en Asia. ¿Quién hace más daño a la humanidad, Armstrong
o Nike? Y ahora van de buenos y unidos a la causa del deporte limpio ¿no? ¡Una
mierda! Lo despiden porque va en contra de su política económica, no nos
engañemos, si siguiera generando dinero, dudo mucho que lo hubieran despedido.
Es como el caso de Rodrigo Rato, en Telefónica saben que es un corrupto, pero
entienden que puede darle muchos beneficios y lo contratan. No hay más.
Por otro lado, ¿cuántas vidas ha salvado
la Fundación Lance Armstrong? ¿Cuántas vidas se ha cargado Armstrong por
doparse? Hagamos balance y pensemos un poco. Estoy de acuerdo en desposeerlo de
todos los logros y méritos deportivos, que pague sanciones económicas y
deportivas, incluso, si la ley así lo determina, que vaya a la cárcel, pero la
imagen que daba Armstrong a la fundación la hizo grande y fuerte para así poder
afrontar tantos y tantos gastos en investigación, tantas y tantas subvenciones
o donaciones de otras empresas que, seguramente, veían en la relación de sus
nombre con el de Armstrong un filón de billetes o un reflotamiento.
Y otro aspecto a defender es que él ha
tenido la valentía para confesar su delito. Pocos son los que lo hacen y muchos
son los que infringen leyes. Hoy día, en todo el mundo se cometen atrocidades
mucho mayores que un caso de dopaje, por muy grande que sea el caso, como es el
de Lance Armstrong, uno de los deportistas más grandes de la historia hasta que
se ha sabido esto. Robos de políticos, desahucios de bancos, sistemas
capitalistas que otorgan el poder a unos pocos y dejan que mueran de inanición
a millones de personas, maltratos a animales, tala de selvas enteras y
explotaciones de terrenos en beneficio de unos pocos… todo ello pasa ante
nuestros ojos a diario, nadie confiesa sus infracciones, incluso hay abogados
que defienden lo indefendible y jueces que dictaminan sentencias de lo más
injustas.
Lance pide otra oportunidad, igual que en
las leyes jurídicas se contempla la reinserción después de haber cumplido las
sanciones impuestas. Él ya tiene sobre sí la carga de poder mirar a los suyos a
la cara, pero ha sido capaz de confesar, de pedir perdón a los trabajadores de
la fundación que promovió él y de la que ha sido despedido y de decir a su hijo
mayor que no lo defienda más, que solo dijera que su padre está arrepentido. Su
hijo le he habló con estas palabras: “Te quiero, eres mi padre y esto no
cambiará por ningún motivo”. Yo hubiera hecho lo mismo.
No defiendo sus actos antideportivos y
puede que vea merecidas las críticas que va a tener que soportar toda su vida, pero
veo excesivo cebarse con él cuando hay cosas más importantes contra las que
luchar porque no creo que sea el más malo de la película… Bueno, puede que sí
lo sea, pero de la película que algunos productores de Hollywood preparan sobre
su vida. Otro negocio redondo con en el que, cuando salga a la luz, volveremos
a acordarnos del exciclista para criticar sus hechos, pero no de los que se
lucran a costa suya.
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